17 julio, 2006





Le conté una breve historia.

En realidad, una larga historia, pero resumida en muy pocas palabras.

Desde entonces, adivina hasta mis pensamientos.

Con la misma sonrisa con que me dio la bienvenida "al mundo de los seres humanos"; un buen día en que yo lloraba, me dijo: "¿te hago llorar?". "¡Qué!, ¡si ya estoy llorando!"- le respondí. Y sólo dijo: "como la rosa del Principito". Agaché la cabeza entre sollozos, él no dejo de guardar silencio, como si supiera que era ese un llanto necesario, el llanto verdadero, no el llanto que le estaba mostrando. Después de un momento, sólo levanté mi vista para preguntarle: "¿Cómo pudiste saberlo?." Sonrío con ternura, pero no respondió.

"Compañera - me dice - lo que sientes, jamás, pero jamás está equivocado"

Con una sonrisa recibe mis carcajadas.

Con una sonrisa enjuga también mis lágrimas.

Con una sonrisa me pidió que no hablara sobre él en mi blog.

No diré nada más.

Sólo sé que adivino su sonrisa, cuando lea que escribí sobre su sonrisa.

Es que, compañero, no lo he olvidado, "lo que siento jamás, pero jamás está equivocado".


Cualquiera llama, "mi amor", a cualquiera.

Me siento una cualquiera, cuando cualquiera me llama "mi amor".

Soy una cualquiera, cuando llamo "mi amor", a cualquiera.

Volvió a decir Adios. A ese estilo tan suyo, proclamando que soy yo la culpable y sin siquiera mirarme de reojo.
Qué fácil aprovechar los kilómetros para no tirar las culpas mirándose a los ojos.
Qué fácil, para evitar que se adivine la mentira de sus "te quiero", mal pronunciados.
Qué fácil, para no ver el amor en mi mirada porfiando y mi corazón colmado de soledades.
Y mi cuerpo temblando de miedo sin atreverse a confesarlo.

Además, podría caer en la tentación de la cercanía de nuestros cuerpos y confundir el amor con el deseo o el deseo con el amor, y de tan confuso, no saber que decir después.

Debe ser cansador tomar un Bus y hacer todo un viaje para arribar al terminal del desencuentro.
Y después tener que mirarse las caras y ser el primero en decir "mejor seamos buenos amigos". Con la dificultad de adivinar si alguno de mis gestos indica que lo diré yo antes que él.

El MSN, es un buen medio para evitarse esas molestias. Y, mejor aún los e-mail.
El MSN, resulta también cansador, seguramente. Esperar que el otro escriba, con el corazón latiendo, para que apenas aparezca un "ya", "ok". O se cae la conexión, en el clímax de la tragedia.

Bueno, no puedo decir que extrañaré sus besos.
Sólo me harán falta sus "zumbidos" y sus "guiños" . . . claro, también sus "iconos gestuales". . .

Tal ves salga ahora a la calle "desconectada", ni siquiera "ausente" o "no disponible".
Me sentiré libre de los amores y adioses "virtuales".

Tal ves, por ahí, escuche un zumbido que provenga de unas cuerdas bucales.
O, mejor, un guiño, de unos ojos mirándome a la cara.