31 diciembre, 2009

Se llama Verónica

Qué fácil es morir.

No tenía que decirme que estaba muriendo.

No era necesario pronunciar mi muerte.

Ya lo sabía.



Mi amor indecible es como mi muerte impronunciable.



Una mujer desliza su desnudez en la humedad, y moja su piel en el brebaje misterioso del desconcierto. Y así, desnuda en esas aguas, su cuerpo deja de ser suyo, y en los vaivenes de unas olas insolentes, se sumerge en el sentimiento sublime del amor. Amante naufraga de un pasado de pasiones, en la plena agonía de sentires de escribiente. Agoniza la escribidora de ensueños, y olvida los nombres de sus decires enamorados. Agoniza su primer conocimiento de un mal sentido amor. Agoniza silenciosa en la certeza de ser suya, la convicción descarnada del tardío primer amante que va amando silenciosa. Y ella sabe que va agonizando también su propia vida. Ella sabe que padece de síntomas de amor y de muerte. Y, sigiloza, va amando y muriendo. Oculta en los rincones de la noche, llora su triteza como llora su amor, y de tan indecibles, jamás los pronuncia. Ella agoniza en el secreto de estar amando y muriendo. Agoniza en su dolor, tan innombrable como su amor.



Para qué!

Para qué!



Si no tenía que nombrarlo. Si ella perdía la memoria, si ella sabía que su cuerpo temblaba, si ya había llorado la depresión anunciada . . . para qué!...si su pelo se estaba cayendo, si estaba perdiendo sus pestañas . . . para qué! . . . si olvidaba las palabras, y sangraba y sangraba . . .  para qué nombrar su agonía silenciosa. La amante clandestina en la clandestinidad de su muerte agonizaba en su sentir impronunciable, indecible, innombrable. Porque su amor no puede pronunciarse, tampoco puede pronunciarse su muerte.


Para qué!


Para qué!



Ella quiere ocultarse tras el maravilloso delirio de su primer amor, y es ésta también su primera muerte. Y puede ser su primer y único amor, como puede ser su primera y única muerte. Porque, nadie lo sabe, y quizás se muere y se ama una sola vez en la vida. Y, así como para morir hemos nacido, por qué no también, hemos nacido para amar. Y entonces para amar y para morir hemos nacido. Y ella ahora va viviendo el sentido de su vida, porque ella ahora va amando y va muriendo, y va muriendo y va amando, y va agonizando en su primera muerte y en su primer amor.