21 diciembre, 2006


El café ahora me sabe a miel.
Te explico el por qué de mis labios empalagosos,
amermelados,
pegajosos,
confitados.
No es que te bese en un beso eterno,
no es que mi boca quiera hacer el amor en la tuya,
no es que quiera reposar en tus labios este amor desosegado.
Es la miel del café,
del café por la mañana que recién me despierta,
el café amaneciendo,
el café conversado,
el café solitario,
el café acompañado de un cigarrillo,
el café atardeciendo,
el café anocheciendo.
No es más que eso.
No es más que la miel de mis cafés que endulzan mis labios y prolongan nuestros besos.