13 julio, 2006




Desamarraron mis piernas.

No me di cuenta como me levantaron.

Estaba en una camilla.

Habían cambiado mi bata.

Sólo sentí que la camilla recorría pasillos y más pasillos.

Por mi vista, pasaban puertas, ventanas . . .

De pronto, un ascensor . . .

Luego, otro . . .

Y mi niño, entre mis piernas . . .
Su cabecita chueca, pensaba yo . . .
Y yo, pujando . . .
y su corazoncito latiendo lento . . .
Mi niño, sufriendo, Dios Mío . . .

SUFRIMIENTO FETAL . . .

El recorrido de la camilla se detuvo de pronto.

Ahí estaba el médico, de nuevo.

Mi niño . . .
mi niño . . .

Sentí como abrieron mi vientre.
Sentía como estertores muy adentro.
Mi útero se movía.
Movían mi útero muy fuerte.
Yo sólo miraba hacía el lado.
Y cerraba mis ojos.
No quería ver.
Tenía demasiado miedo . . .

Comencé a clamar a Dios en voz alta.
No me importaba quien escuchara.
Sólo quería que mi clamor llegara al cielo.
Que los cielos se abrieran a mi ruego desesperado.

De pronto, alguien me habló.
Abrí los ojos. . .
Ví mi milagro, mirándome, con los ojos muy abiertos. . .
mirándome a los ojos . . .
¡Mi niño, naciste con los ojos abiertos! . . .
Nuestras miradas se encontraron . . .
y sólo entonces, pude llorar . . .