23 julio, 2006



NINGUNA
CONDENA
SE
CONMUTA
NI
SE INDULTA
CON
TORPES
PALABRAS
PRETENSIOSAS
DE NOSTALGIAS.




Había comenzado a escribir sobre ti.
Qué grave insolencia a nuestras mágicas promesas.
Cómo si alguien pudiera comprender lo que tu mismo reconociste tantas veces un milagro.
Cómo aquel día en que confesaste que decirme "te amo", no parecía suficiente. Y de pronto, me sorprendiste con un "te amo todo". Y, más tarde, inventamos un "te amo, todo y eterno". Hasta que, al pasar del tiempo, preferimos excluir el "te amo". Y un simple "todo y eterno", sellaba nuestro amor.
Pérdoname, pero después de mi estúpidez inexplicable de terminar la eternidad, a los 8 años de tenernos. Creo que tu imagen en la insistencia de mi memoria es mi castigo y
mi soledad la más justa condena. Ya son 7 años de cadena perpetua.