14 julio, 2006



Cuando me dio la bienvenida al "mundo de los seres humanos", se sonrió.

"Bienvenida al mundo de los seres humanos"- me dijo.

Y mi llanto pasó a los sollozos.

Me remeció su mirada y su sonrisa sarcástica.

Es ridículo, pero sentí su bienvenida. . .

Una bienvenida irónica y cortez . . .

Una bienvenidad dolorosa . . .

Me resistía a ese mundo de soledades, de dolores, de porfiadas ansias de felicidad.

Estaba en mi dictadura, de diosa inalterable, donde se condena todo llanto inoportuno y el insulto de la mortalidad. En ese mundo, donde no se admiten soledades ni carencias de amor.

¿Quién podrá darme, ahora, nuevamente la bienvenida? . . .

Ahora, que he regresado a mi propia dictadura . . .

Ahora, que necesito llorar . . .