28 diciembre, 2009

Me puse tu polera, mi amor,

no sé como traerte esta noche a mi lado,

nuestros hijos son hermosos, ¿verdad?.

Qué desconsuelo, Luis Eduardo,

tu ausencia...

viuda de tu amor...

viuda de tu voz...

viuda de tu risa...

viuda de tus palabras. . .

viuda de tus silencios. . .

voy por la vida enlutada de tí,

te necesito porque aún te amo,

y, ¿cómo podría no amarte?,

¿qué es la muerte en nuestra historia de amor?,

Luis Eduardo,

cómo te explico que es apenas una distancia,

cómo te digo que no es más que un viaje largo,

cómo te hablo de esta terquedad de esperarte,

¿Qué me dices, mi amor?,

mira lo que quedó después de tu partida,

mírame, Luis Eduardo,

mírame, te lo ruego,

nadie me regala ahora una mirada tierna como la tuya,

nadie soporta a tu pastelito,

cariño malo,

debiste quererme mucho.

Sin tí, he vivido en el abandono.

He recogido migajas de amor,

mendiga de ternuras,

del dolor al amor,

del  amor al dolor.

Dime,

¿cómo es la eternidad?,

¿de qué color es el cielo?,

¿cuánto mide el infinito?.

Luis Eduardo,

una parte de mí se fue contigo,

¿por qué no me llevaste entera?,

¿por qué no me llevaste tuya?.

Ahora soy dividida.

Ahora soy abandono.


Ahora soy mendiga.